Raquel G. Viguri
Cuando comencé a trabajar en televisión, confieso, tuve que hacerme consciente de mi sorpresa cada que me mostraban los estudios de grabación, las cabinas, las máquinas de edición (aún lineal), la videoteca, las luces y todo lo que en su conjunto lograba que la magia de lo que se veía en la pantalla, sucediera.
Estos inicios me hicieron sentir que por fin se revelaba ante mis ojos el secreto del mago, el truco mejor guardado en la chistera, los cables detrás de ese gran acto de magia. Todo aquello que crea la ilusión de calma, control, orden en la pantalla, alejado del gran caos que es en realidad.
Mi experiencia comenzó editando videos, y fue justo así cuando entendí la responsabilidad que caía sobre mis hombros al articular un discurso visual que mandaba un mensaje e incluso, que podía causar cierto impacto en aquellas personas que consumieran el resultado final. Un mensaje que comunicaba a través del armado, de la selección de imágenes, de los movimientos o emplazamientos de cámara seleccionados, de las pausas, los silencios, el ritmo, los colores.
¿La gente valoraría la estética de mi trabajo? ¿Entenderían otra cosa en ese discurso, al punto de conferir un significado diferente a lo presentado en media hora de programa? De pronto me sentí como Mickey Mouse en aquella secuencia de la película Fantasía, el Aprendiz del Hechicero, cuando por travesura e ignorancia el ratón se pone el sombrero del Gran Mago y comienza a lanzar hechizos sin ton ni son.
Eso ocurrió hace casi 20 años, y me queda claro que hoy en día los jóvenes recién egresados de las facultades de comunicación no necesitan conocer de cerca una televisora para descubrir los trucos que recrean la magia del audiovisual. Ahora es mucho más fácil que profesionistas en ciernes, o incluso personas que sin estar dedicadas por formación a la práctica comunicativa, cuenten con un pequeño equipo, set o incluso casa productora para crear mensajes audiovisuales que puedan llegar no solo a una región, no solo a una ciudad, sino a todo el mundo.
La magia ya no requiere de grandes y asombrosos artefactos para impresionar. Lo que nunca sobra ni sobrará es el sentido de ética y responsabilidad que debe tener el mago en cada acto.
AMI para todas las personas
La Alfabetización Mediática Informacional (AMI), concepto acuñado por la UNESCO que promueve el empoderamiento de la ciudadanía consumidora de medios de comunicación e información a través de herramientas para una mejor comprensión y utilización de los contenidos consumidos, es y debe ser una competencia adquirida desde edades tempranas. Es la misma institución quien ha manifestado la imperiosa necesidad de preparar al personal docente de educación primaria para otorgar herramientas que permitan a niñas y niños tener una mejor relación con los contenidos que reciben incesantemente desde los distintos medios de comunicación.
Toda vez que la libertad de expresión es un derecho humano, tanto en lo que decimos como en lo que recibimos, la AMI se percibe como una estrategia para reunir en la ciudadanía un combinado de competencias —conocimientos, habilidades y actitudes— para la comprensión de las funciones de los medios de comunicación, la evaluación crítica de sus contenidos y para la toma de decisiones como personas usuarias o como productoras de contenidos.
Así, aunque la niñez sea un punto de partida para la UNESCO, la AMI aplica para todas las personas, no solo como consumidoras sino también como creadoras de mensajes.
El investigador y profesor Alt Silverblatt determinó cinco elementos para el análisis del contenido mediático, a los que Stanley Baran y Jorge Alberto Hidalgo agregaron dos más. Estos son:
- Una conciencia de la repercusión de los medios.
- Conocimiento del proceso de la comunicación masiva.
- Desarrollo de estrategias para analizar y comentar los mensajes de los medios.
- Comprender que el contenido de los medios ofrece conocimiento de nuestra vida y nuestra cultura.
- La capacidad de disfrutar, entender y apreciar el contenido de los medios.
- Comprensión de las obligaciones éticas y morales de los profesionales de los medios.
- Adquisición de las habilidades de producción apropiadas y efectivas.
Para efectos de esta reflexión, el punto seis es el que más llama la atención.
Revelar el truco audiovisual: entre la ética y la estética
Las y los profesionales de los medios de comunicación reúnen por lo general dos de las tres competencias que promueve la AMI: conocimientos y habilidades. Pero no siempre está la actitud, tal como se menciona en uno de los testimonios recogidos por Alfonso Gutiérrez, Jon Dornaleteche y Agustín García Matilla para el libro Educación mediática y los profesionales de la comunicación:
«Hablando del lenguaje audiovisual en concreto lo que yo nunca he visto o nunca he compartido es el hecho de dar a conocer, más que el lenguaje, los entresijos del lenguaje. El cine creo yo que es una mentira enorme. Una familia de mentiras enorme para contar a veces verdades aplastantes pero esa verdad aplastante se cuenta a base de trucos. Los que hacemos cine vivimos de engañar con trucos […] Creo que los magos nunca cuentan sus trucos. (Director de cine/mayor de 50 años).»
Esa es una opinión que representa la voz de, quizá, una buena cantidad de profesionales de la comunicación. El libro también encuentra las voces contrarias, que sí pugnan por la transmisión del conocimiento de los lenguajes audiovisuales, puesto que
«pasamos tanto tiempo consumiendo estas cosas que es evidente que si tienes un mínimo bagaje en estos temas, vas a saber apreciarlas mejor. Forma parte de la cultura (Guionista y realizador de video y televisión/mayor de 50 años).»
Conforme pasan los testimonios se van profundizando algunos temas, por ejemplo, la relación entre la estética y la ética, es decir, que lo que para un creador de contenidos resulte estético también tenga un sentido ético para no mostrar algo que pueda ofender o ser innecesario para el público.
Un último testimonio, relevante al tema:
«No, yo pienso que sí es necesario, porque es enseñar a mirar, enseñar a escuchar, es que estamos hablando de cosas intangibles y por eso rechazadas en muchas ocasiones, porque muchas veces su valor es incomprendido pero, claro, estaríamos alcanzando unos niveles de comprensión y de educación de la percepción del espectador importantes. (Fotógrafo/mayor de 50 años)».
Preparar a las personas para comprender los lenguajes de un medio no es ninguna novedad. Para Jorge Alberto Hidalgo, el surgimiento y uso de los libros implicó una educación visual, sonora, táctil y gráfica para enseñar a decodificar la letra impresa, y en ese sentido, la transmisión de estas herramientas debe recaer en quienes saben cómo hacer uso de elementos narrativos y técnicos, en aquellos quienes debido a la práctica tienen una mejor comprensión de ellos y entienden cómo manipularlos. Es parte de la ética enseñar a comprender la estética y cómo ésta se logra plasmar en la pantalla, en un texto, en un audio.
Existen «detrás de cámaras» o documentos, tanto audiovisuales como escritos, de cómo ocurren esos procesos. En ellos no se revelan los trucos por completo, pero sí se muestra el compromiso del mago por acercar a su audiencia a los procesos más elementales para hacer magia. Desafortunadamente, estos productos no siempre están al alcance de todas las personas.
El caso de Mis Pastelitos
En la actualidad, más que nunca, las obligaciones éticas de enseñanza mediática resultan fundamentales. La convergencia digital pone al alcance de cada vez más personas los recursos para producir y crear sus propios mensajes, lo que insta a que se adquieran habilidades de producción que resulten, comunicativamente, apropiadas y efectivas. Se trata de promover que nuevas creadoras y creadores de contenidos cuenten con bases morales y éticas para asumir el compromiso y la responsabilidad que trae consigo la elaboración y propagación de mensajes, explícitos o no, que impactan a una gran cantidad de personas.
La plataforma Youtube da cuenta de esta proliferación de nuevos creadores y creadoras que manejan toda clase de temáticas, formatos y calidad en sus producciones. Lo mismo es posible encontrar videos sin edición alguna grabados y subidos directamente mediante un dispositivo móvil o una computadora, que producciones menos amateur que ya cuentan con notables valores de producción.
El canal Mis pastelitos, conducido por Gris Verduzco, es una producción que comenzó en el año 2014 con un concepto totalmente casero y fue evolucionando hasta lo que hoy en día califica como profesional. Pasó de ser una producción unipersonal (una sola persona grababa, editaba, posproducía), a contar con un equipo de personas que realizan una notable labor. Entre las competencias que la UNESCO promueve en personas creadoras de contenido, están no solo el uso de las herramientas tecnológicas sino el conocimiento de los formatos audiovisuales y las reglas que implica la producción de cada uno. Hay un cambio notorio en el caso mencionado que pasó del tutorial a la aparición, en el 2018, de Mis Pastelitos Wars, un reality de cocina con el mismo lenguaje de cualquier otra producción industrial.
Lo más considerable es el compromiso ético de presentar la realización de sus videos ante la atención puesta a sus suscriptores. En el video «La verdad de mi hermana gemela», Gris mostró el proceso de edición de los videos donde, aparentemente, cocinaba con una ficticia gemela (esto ante las dudas del público de si era cierto o no), y poco después salió el video «La realidad de mis videos Videos sin editar», donde muestra el proceso de grabación sin filtros, sin lentes especiales, sin cortes, sin postproducción. En crudo.
Magia audiovisual para el bien común
¿Por qué es importante que las personas productoras de contenidos tengamos nociones de AMI? Porque así realizaremos nuestro trabajo reconociendo como necesidad tomar en cuenta a las y los consumidores de estos contenidos como usuarios activos, que tienen no solo la curiosidad sino el derecho a preguntar, a saber, a conocer con fines analíticos o de aplicación.
No se trata de dar la receta secreta (ese es nuestro talento y la experiencia de los años, y es difícil de copiar), pero sí de aportar elementos para que la audiencia entienda que cada relato es una visión del mundo particular, que hay habilidades y competencias que también puede y debe conocer, y que es importante que lo hagan para evitar que, una vez que apagan la pantalla, realicen un confuso o mal uso de lo que acaban de consumir.
No solo se trata de hacer un trabajo con calidad, también debemos hacerlo con ética. Si así lo hubiera sabido Mickey Mouse al usar el sombrero del mago, en vez de provocar su ira hubiera aprovechado la magia para un bien común. Si hubiera sabido…
Para seguir aprendiendo
- Alfabetización mediática e informacional. Una guía práctica para capacitadores (DW Akademic) I Guía para estudiantes.
- Media education: a kit for teachers, students, parents and professionals (UNESCO, 2006) I Guía con ejercicios.
Raquel Guerrero Viguri (@ratonadetv). Mexicana. Maestra en Estudios de Cultura y Comunicación por la Universidad Veracruzana, con experiencia en producción de televisión y en su canal de Youtube Ratona de tv. Es profesora universitaria y estudiosa de temas televisivos.
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