Gerardo Machuca
Para comprender la multidimensionalidad del espacio escolar y su relación con el territorio y la vida diaria, es necesario promover procesos de innovación pedagógica que rompan con los paradigmas establecidos. En este sentido, surgen nuevas alfabetizaciones que son fundamentales para el desarrollo socio-territorial.
¿Qué es el espacio escolar?
La obra Classroom del artista brasilero Vik Muniz, reconocido por sus collages, de la colección ALBUM en 2013 expuesta en Nueva York, muestra una sala de aula a partir de la reunión de cientos de recortes de fotografías antiguas. Así podríamos entender el espacio escolar en América Latina: como una colcha de retazos de diferentes espacios y tiempos. De lejos, parece una sala de aula, pero al acercarnos, podemos ver las tensiones y marcas dejadas por los flujos que lo atraviesan.
El espacio escolar en América Latina es una construcción compleja, resultado de la interacción de principios políticos, económicos, ideológicos y culturales, así como de su relación con otras regiones del mundo. Se puede caracterizar por tres componentes principales: su arquitectura y materialidad, su carácter de reproducción social y su apropiación como lugar de interacciones concretas.
Asimismo, este espacio refleja las tensiones entre la escala nacional y local. En las comunidades indígenas y campesinas, sus saberes no están representados en los currículos nacionales.
Desde esta perspectiva, al pensar en la configuración del espacio escolar encontramos que su reproducción arquitectónica, de contenidos y estrategias emerge como un elemento homogéneo en donde no se cuestionan saberes escolares que configuran al mismo. Basta ver la propuesta fotográfica de Julian Germain dedicada a las aulas de diferentes espacios escolares del mundo.
Reflexionar alrededor de la memoria contenida en la construcción social del espacio escolar permite dar cuenta de la correlación entre el tiempo y el espacio, así como los conflictos territoriales que se manifiestan en una institución muchas veces cuestionada. Asimismo, como resultado de la definición de políticas educativas desde la centralidad, en el espacio escolar se terminan por reproducir exclusiones y negar las perspectivas educativas propias de cada comunidad: sus capacidades, potencias y agenciamientos.
Estos elementos pueden ser encontrados en diferentes narrativas y lenguajes. Uno de ellos, el cinematográfico, por medio de películas de ficción y documentales nos permite entrelazar la crudeza de la exclusión social y el conflicto con el espacio escolar.
Las narrativas literarias, cinematográficas y fotográficas nos permiten acceder a una memoria intersubjetiva que nos ayuda a reescribir la historia desde la voz de otros y otras.
En esta línea, y tejiendo relaciones con la historia de América Latina, podemos resaltar lugares de memoria. Uno de ellos es el espacio escolar. En él se inscriben acontecimientos que lo definen y configuran una memoria colectiva que se expresa en el currículo —comprendiendo este ampliamente—. Asimismo, ahí, en el espacio escolar como lugar de memoria, detectamos nuevas alfabetizaciones que trascienden su espacialidad y arquitectura.
Escalas del espacio escolar
Algunos elementos adicionales permiten ampliar las huellas que el espacio escolar asume en diversas escalas.
- Su arquitectura y materialidad. Encontramos las estructuras tradicionales, en la mayoría de casos con patios centrales. También se refiere a su materialidad representada en los objetos cotidianos y que sustentan los procesos de enseñanza-aprendizaje, mismos que parecen prevalecer en el tiempo inmutable y sin cuestionamiento: el mapa, el tablero, los pupitres, imágenes religiosas o de próceres.
- Su carácter de reproducción social. Los componentes socio-culturales son transmitidos por medio del currículo, resultando en una reproducción de desigualdades —particularmente al limitar el acceso a otros tipos de alfabetizaciones—. En este proceso de reproducción se niegan otras formas de configuración social situada que incorporan ejercicios de gobernanza y participación.
- Su apropiación como lugar de interacciones concretas. Su materialidad y reproducción social están definidas por las formas como son insertadas en el tejido social concreto. Ahí se generan nuevas gramáticas, significados y usos de aquello que se ha definido y apropiado como un espacio escolar universal.
De allí que pensar en nuevas alfabetizaciones implica comprender las mediaciones que se establecen en cada espacio escolar y, por ende, comprender que la innovación pedagógica va más allá de la tecnología o de una tendencia mundial que generaliza usos y apropiaciones —por ejemplo, de lo digital, informacional o mediático—.
¡Basta Ya!, ejemplo de memoria del espacio escolar
El informe ¡Basta Ya! (2013) elaborado por el Centro Nacional de Memoria Histórica en Colombia, es un ejemplo de memoria en el espacio escolar. Dicho documento recopila las barbaridades de la guerra en Colombia y nos permite tener un marco de reflexión alrededor del espacio escolar y la memoria que este contiene.
El espacio escolar se convierte en un contenedor de huellas, como nos indica Escolano (2012), de acontecimientos que permiten dar cuenta de los tiempos y espacios en sus usos. De allí que el espacio escolar, en diferentes dimensiones, nos resulta familiar, no solo a nosotros y nosotras, sino a nuestros abuelos y abuelas, padres y madres… y el espacio escolar de nuestros hijos e hijas, nos es del mismo modo familiar.
Es decir, temas como el conflicto o la violencia configuran otro uso del espacio escolar y, por ende, una marca en la memoria que atraviesa la ruptura de tejido social al generar fracturas en la cotidianidad, particularmente de niños y niñas.
Los tiempos y espacios se alteran en el marco del conflicto armado, posibilitando análisis entre la categoría de territorio, en clave de los procesos de territorialización, desterritorialización y des-reterritorialización en el análisis que hace el geógrafo brasilero R. Haesbaert. Allí, la relación con la memoria permite conjugar no solo marcos temporales y espaciales, sino componentes ideológico-culturales para configurar el espacio habitado ausente, un nuevo territorio, que en el caso del espacio escolar implica la construcción de tejidos sociales y de espacios de socialización, como el jugar futbol.
El conflicto armado altera los tiempos y espacios, lo que permite analizar —siguiendo al geógrafo brasilero R. Haesbaert— la territorialización, la desterritorialización y la des-reterritorialización. La relación con la memoria permite conjugar tiempos, espacios e ideologías, configurando un nuevo territorio en el espacio escolar. Allí, se construyen tejidos sociales y espacios de socialización, como el jugar futbol.
Allí, en los lugares de conflicto y de memoria colectiva, el espacio escolar se convierte en un eje que desde lo pedagógico proyecta la oportunidad de reflexionar sobre los hechos que configuran el territorio. Un ejemplo tiene que ver con lo acontecido en Vigía del Fuerte, en Colombia, donde en mayo de 1997 se dio una incursión paramilitar y la escuela fue, de nuevo, el epicentro del conflicto. Sin embargo, estos espacios dan cuenta de los procesos de resiliencia que se consolidan por medio de la memoria.
Es evidente como el espacio escolar se torna como un lugar de conflictos que a todas luces posibilita la construcción de memoria, al anclarse dentro de la cotidianidad social. Su importancia está dada en la incorporación del amplio y complejo tejido multidimensional de lo territorial.
En este sentido, y retomando el espacio escolar, el currículo termina siendo otro espacio de conflicto, de imposiciones contradictorias que lo alejan de ser una expresión territorial, al menos en su dimensión oficial-cotidiana, en particular cuando hablamos de otras alfabetizaciones.
Nuevas alfabetizaciones y espacio escolar
En este marco no podemos dejar de pensar en lo que Manuel Tornero (2013) denomina como nuevas alfabetizaciones: aquellas que emergen de manera generalizada y que implican la necesidad de desarrollar capacidades para la apropiación crítica de lo digital, lo mediático y lo informacional y que, frente a la presencia de dispositivos electrónicos al interior del espacio escolar, nos convoca a reflexionar en sus usos cotidianos y cómo configuran una ampliación en la apropiación del espacio escolar y sus memorias construidas.
En este sentido, en la construcción de ciudadanías críticas, temas como el conflicto armado, la violencia y la lucha contra la desinformación y los discursos de odio se tornan en un elemento base para discutir en el espacio escolar, en sus currículos y comunidades de aprendizaje, tal como lo reafirma la Unesco, en 2021, con su currículo: Media and information literate citizens: think critically, click wisely!.
De tal manera, el currículo escolar debe ampliar los marcos de comprensión del contexto, los medios y lo digital para fortalecer la democracia y la participación ciudadana. Es prioritario el desarrollo de habilidades para comprender la información, los medios, los usos de los contenidos y los mecanismos de acceso y uso de la información, desde una perspectiva crítica y para potenciar diálogos interculturales y transformaciones en los territorios escolares.
Innovación pedagógica y espacio escolar
Es evidente que el espacio escolar incorpora diversidad de dimensiones, mismas que lo hacen particular. ¿Es posible innovar en espacios escolares en el marco de los conflictos sociales? La respuesta es sí. Pero para comprender veamos a qué tipo de innovación pedagógica nos referimos.
Con la intención de comprender los procesos de aprendizaje, la pedagogía se torna en un epicentro de reflexiones inter y transdisciplinares. Los medios, contenidos y contexto se sitúan como pivotes para la innovación. Emerge, entonces, la necesidad de reflexión profunda al interior de las comunidades de aprendizaje sobre lo que se hace, las maneras de hacerlo y sus intencionalidades.
En este sentido, podemos señalar algunos elementos base para innovar pedagógicamente desde la comprensión profunda de la diversidad del espacio escolar. Ello, con la intencionalidad de potenciar transformaciones situadas y fortalecer la relación entre las redes de gobernanza por medio de procesos que acojan críticamente el uso de las tecnologías de la información y la comunicación. Algunos elementos a considerar:
- La innovación pedagógica es participativa. Es la comunidad del espacio escolar la protagonista esencial de dicho proceso.
- La innovación pedagógica es situada. Se vincula a las redes comunitarias consolidadas desde la cotidianidad y se apoya en las comprensiones iniciales sobre las relaciones e intencionalidades formativas.
- Implica la reflexión de saberes, prácticas y medios. De allí que el reconocimiento de su red comunitaria es el primer paso para delinear reflexivamente el hacer, la intención y los medios utilizados.
- Innovar es transformar la cultura institucional. Reconocer lo que nos amalgama es la mejor manera de iniciar procesos de innovación que permitan a los agentes del espacio escolar detectar sus potencialidades y limitantes resultado de prácticas cotidianas estáticas.
- La innovación pedagógica es investigar, cuestionar, analizar y contrastar la realidad del espacio escolar.
- La gestión educativa se torna necesaria en la medida que permite consolidar retos y proyectos con la participación de las redes comunitarias del espacio escolar.
- Romper paradigmas: la meta de la innovación pedagógica.
Para seguir aprendiendo
- Como potencializar a produção e o acesso à informação de maneira descentralizada e colaborativa? O Caso do Imprensa Jovem (Secretaria Municipal de Inovação e Tecnología, 2022) | Documentación de intervención educomunicativa.
- Media and information literate citizens: think critically, click wisely! (UNESCO, 2021) | Guía curricular.
- Recorridos de la memoria histórica en la escuela aportes de maestras y maestros en Colombia (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2018) | Libro
Gerardo Machuca. Doctor en Educación. Actualmente Director de la Escuela de Educación e Innovación del Politécnico Grancolombiano en Colombia. Sus intereses se orientan al diseño e implementación de instrumentos curriculares, desarrollo educativo y territorial, gestión del conocimiento y procesos de alfabetización mediática e informacional.