Martín Becerra

El resonado pase de Lionel Messi al Paris Saint-Germain y la elección de Twitch (propiedad de Amazon) como canal de comunicación en la entrevista concedida a Ibai Llanos, visualizada por millones de personas en todo el mundo, representa un gambito a la institucionalidad mediática y erosiona su legitimidad. En términos futbolísticos, los medios de comunicación hace tiempo que llegan a destiempo a las jugadas importantes del partido de las noticias. La anécdota de esa entrevista entre Messi y Llanos ilustra un momento que es bisagra en la historia de las comunicaciones.

Convergencia y plataformas digitales

Una de las clásicas definiciones de la convergencia comunicacional, acuñada por Henry Jenkins, refiere al «flujo de contenidos a través de múltiples plataformas mediáticas y al comportamiento migratorio de las audiencias mediáticas, dispuestas a ir casi a cualquier parte en busca del tipo deseado de experiencias de entretenimiento». Hoy la metamorfosis del ecosistema de comunicaciones confirma a la vez que obliga a ampliar aquel enunciado. Las audiencias son iconoclastas de las tradiciones mediáticas y se comportan movedizas en busca de contenidos que satisfagan sus inquietudes (sean estas de entretenimiento, como postulaba Jenkins, o de información, de comunicaciones personales y de formación). Pero también son iconoclastas los protagonistas de la vida pública, actores políticos, celebridades y dirigentes sociales.

Gobernantes como el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, estrellas del espectáculo como Beyoncé e íconos del deporte como Lionel Messi prescinden de la intervención de la industria de medios, que les ha dado fama pero también desengaños y, en un contexto de desconfianza ciudadana creciente en la institucionalidad mediática y en el periodismo a nivel mundial, los protagonistas reemplazan la intermediación por canales más directos con el público. Estos canales son, además, más controlables en la instancia de emisión de mensajes y en su empaquetado editorial.

La deserción de la escena mediática tradicional por parte los grandes animadores de la agenda pública se combina con (y acelera) la masiva migración de sus audiencias hacia las plataformas digitales, algunas de las cuales fueron concebidas como redes de streaming y otras, como catálogo de búsqueda y acceso a contenidos a demanda.

El éxodo de los públicos es más pronunciado en la industria gráfica pero perturba a la radio y la TV también, y se potencia con la merma de ingresos publicitarios y ventas, sumada a la pérdida del control de la cadena productiva de información, opiniones y entretenimientos masivos. Los medios monopolizaron la atención y concentraron la publicidad masiva de flujo, e Internet destrozó ese modelo.

La combinación de esos procesos anestesió en los últimos años la creatividad de los gestores de medios para resolver la crisis del que fuera motor de la comunicación social. Ibai Llanos es sólo un emergente más reciente y encumbrado —dada la fama de interlocutores como Messi— de la plataformización de los flujos informativos y de entretenimiento.

Atributos de la plataformización

Esta plataformización tiene algunos rasgos centrales que concitan la atención de quienes estudian la transformación del ecosistema de comunicaciones:

  • El contenido, principalmente en formato audiovisual, es desprogramado, es decir que no hay programación de flujo continuo definida por una emisora y, en consecuencia, su acceso y uso/consumo puede ser gestionado por los públicos según sus preferencias y posibilidades.
  • Ese contenido está pensado para ser distribuido y consumido/utilizado en múltiples soportes y dispositivos tecnológicos, es decir que no está determinado sólo por la lógica de funcionamiento de una red (como suele suceder, en cambio, con los contenidos televisivos).
  • La lógica de gestación y puesta en circulación social del contenido tiende a ser interactiva, no unidireccional, por lo que la proyección sobre reacciones de quienes son destinatarios es inherente al producto, a diferencia de los contenidos de los medios tradicionales que suelen omitir esa proyección.
  • Los procedimientos de subida y acceso a contenidos son bastante personalizados, por lo que no hace falta montar un estudio, una productora y mucho menos una emisora de TV para producir y emitir, ni es requisito más que un teléfono móvil para acceder.
  • Esos procedimientos son, además, sencillos y relativamente autodidactas, o sea que no requieren excesiva pericia técnica
  • Los formatos y flujos desprogramados y plataformizados presentan una combinación peculiar de diseminación y acceso a contenidos globales y locales, superando fronteras estatales, pero sin por ello borrar el componente nacional y local de las identidades culturales.
  • Aprovechan la ubicuidad y espontaneidad de acontecimientos a través de la masificación de dispositivos móviles, de webcams y de conectividad fija y móvil, que son la infraestructura que posibilita la difusión social extendida de estos nuevos hábitos de entretenimiento y consumo cultural, lo que a su vez tiene como condición de posibilidad la masificación de las infraestructuras y redes de conectividad, que constituyen la base material de estructuración de estos —y otros— procesos.
  • Asimismo, se trata de cambios que instituyen nuevas fórmulas de construcción de fama y prestigio, consolidando una renovación generacional que se distingue y transgrede los valores de las generaciones previas, como el propio Ibai se encarga de proclamar a los cuatro vientos en su canal de Twitch.

De las instituciones mediáticas a la cultura de la conectividad

La TV tradicional queda descolocada frente a la irrupción de estas modalidades a la vez emergentes y masivas de producción y uso de contenidos y, sobre todo, de nuevas experiencias de entretenimiento y consumos culturales. Como todo medio de comunicación, la TV es una institución y como toda institución, la TV tiende a reproducirse y a conservar el estado de las cosas presente. Las instituciones son, por lo general, conservadoras del statu quo y, consecuentemente, son reactivas a las novedades.

En la burla de Ibai Llanos al conductor de programas deportivos argentinos de TV y radio Gustavo López se aprecia ese sustrato de conservadurismo e intención moralizante y normativa (que muchas veces resulta obvio que es contradictoria con la conducta de sus predicadores mediáticos) inherente a los medios audiovisuales tradicionales que no logran contener necesidades y tendencias de un mundo que engendra nuevas mediaciones y prácticas comunicacionales.

La convergencia sobre la que la Comisión Europea trazaba prospectivas hipotéticas en 1997 es hoy una realidad y sus reglas de juego son causantes de conflictos e incomodidades. Autores como Anthony Giddens, Zygmunt Bauman, José Van Dijck o Manuel Castells enmarcaron teóricamente el derrumbe de la modernidad sólida y la fragmentación de las instituciones que sostenían el viejo mundo. La cultura de la conectividad —como denomina la investigadora Van Dijck al ecosistema que es resultado de hondas transformaciones socioeconómicas, culturales y tecnológicas— construye sus propios formatos y enhebra sus propias relaciones, alterando los vínculos históricos entre emisores y receptores. Messi y Llanos, con su jugada inaugural en los pasillos del vestuario del estadio del Paris Saint-Germain mientras la vieja prensa aguardaba afuera, profundizan la alteración del estado de los medios y de sus mediaciones.

Para seguir aprendiendo

Martín Becerra (@aracalacana). Investigador Principal en el Conicet y profesor en la Universidad Nacional de Quilmes y en la Universidad de Buenos Aires. Doctor en Ciencias de la Información (UAB), donde también se recibió de Magíster. Especialista en políticas de medios, telecomunicaciones y TIC. Autor de varios libros. Su blog es https://martinbecerra.wordpress.com/

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