Soledad Arréguez y Adrián Pino

Latinoamérica está atravesada por campañas de desinformación. La inestabilidad política de la región convive con acciones que intentan instalar contenido falso o engañoso sobre gobiernos, presidentes, personas opositoras o periodistas. La pandemia de Covid-19 aceleró estos procesos y permitió visibilizar de forma más aguda un problema que se agrava año a año. 

Alfabetizar para frenar la desinformación

La información falsa, engañosa o inexacta no sólo confunde a los ciudadanos y ciudadanas de nuestros países, sino que además horada la confianza en la palabra. Conscientes de las graves consecuencias que este proceso está generando en tiempos de digitalización y viralización de contenidos, en 2018 fundamos en Argentina Proyecto Desconfío.

A diferencia de las decenas de proyectos de verificación del discurso público (conocido como fact-checking), en Proyecto Desconfío no corremos detrás de la información falsa para desmentirla: promovemos la educación mediática, la capacitación en herramientas contra la desinformación y el entrenamiento de periodistas y usuarios de noticias en los procesos de verificación de datos, con la esperanza de convertir a cada usuario en un fact-checker

En esa línea, impulsamos diversas líneas de investigación que nos ayuden a comprender la complejidad del problema, definir mejor el campo y, sobre todo, ajustar las propuestas de solución a las necesidades de cada segmento. 

Panel sobre desinformación y elecciones en Argentina. Foto: Proyecto Desconfío.

WhatsApp: ¿reenviar o no reenviar?

En el último año, cuando la pandemia golpeaba con fuerza en nuestros países, iniciamos una investigación sobre WhatsApp y las piezas de desinformación que afectan a las personas mayores de 60 años. Hay estudios que indican que las personas mayores son el grupo más vulnerable frente a la desinformación. Sin embargo, poco se conocía hasta ahora sobre las habilidades y estrategias que emplean ante los contenidos engañosos en Argentina.

El estudio, recientemente finalizado, nos permitió detectar que en el grupo etario prevalece una mirada crítica ante los contenidos que circulan en el entorno mediático y que, en algunos casos, emplean estrategias básicas para la verificación del contenido informativo. Si bien no buscan información en fuentes oficiales, verifican la información recibida con los medios tradicionales, líderes de opinión, motores de búsqueda, su grupo primario y/o especialistas.

El servicio de mensajería WhatsApp no aparece como un medio principal para la búsqueda de noticias, aunque sí dicen recibir distintas piezas informativas en esta aplicación. En caso de recibir noticias o piezas informativas no se observa una tendencia creciente a reenviar sino que hay un reenvío selectivo, de acuerdo al contenido y persona usuaria. 

Foto: Pixabay.

Quienes dicen aplicar alguna estrategia tienden a identificar la fuente que envía la información (conocida/desconocida), distinguir el origen del contenido brindado (sitio de noticias conocido/sitio de noticias desconocido/sin referencias) y establecer el perfil ideológico de la pieza informativa.

El grupo de personas usuarias de noticias que emplean diferentes estrategias para verificar la información implementan alguna/s de las siguientes acciones:

  • Contrastan la información con medios tradicionales o con líderes de opinión
  • Leen más de un medio para informarse sobre las distintas miradas del tema
  • Amplían información sobre la temática en el buscador Google
  • Consultan a personas del grupo primario (familiares y/o amistades) o especialistas a quienes tienen acceso sobre la temática a verificar

La próxima fase buscará crear capacitaciones a medida de este segmento etario que muchas veces queda fuera de las políticas públicas cuando se trata de tecnología, redes sociales o sistemas de mensajería. La prueba piloto que desarrollamos sobre WhatsApp para adultos mayores en Argentina ha demostrado un terreno fértil para fortalecer estas acciones y reforzar las habilidades de las personas usuarias para frenar el reenvío de contenidos sin revisar con más detalle y tiempo la información que reciben.

La automatización también ayuda

A su vez, entendiendo que quienes consumen noticias no tienen por qué saber de verificación de contenido, impulsamos programas de entrenamiento y acciones que fortalezcan estas habilidades. Entre esas acciones destacamos la creación de un chatbot llamado Wendy que guía a las personas que consumen noticias de forma frecuente. La herramienta impulsa a usuarios y usuarias a formularse algunas preguntas básicas que ayudan a identificar si están ante un contenido verdadero o un contenido manipulado. Wendy está en fase experimental y en este enlace puedes chatear con nuestro bot. 

Este tipo de herramientas bien podría llegar a las escuelas y convertirse en aliadas de maestros y maestras de nuestros países para que, de forma entretenida e interactiva, el estudiantado reflexione sobre el impacto de la desinformación en la era digital. 

La educación mediática como antídoto

Los niños, niñas, adolescentes y jóvenes se mueven en un escenario mediático bajo el paradigma de la posverdad, donde priman las opiniones y sentimientos por sobre los hechos. En este contexto es importante que las y los estudiantes desarrollen la capacidad para examinar la información y evaluar los mensajes comunicacionales en el escenario digital.

La alfabetización mediática e informacional es parte de la solución. Esta busca desarrollar las habilidades de alfabetización de los medios de comunicación y de las tecnologías. Para la Unesco, «[…] capacita a los ciudadanos para que comprendan las funciones de los medios de comunicación y de otros proveedores de información, evalúen de forma crítica su contenido y tomen decisiones fundamentadas como usuarios y productores de información y contenido mediático».

En una sociedad hipermediatizada es fundamental que futuros ciudadanos y ciudadanas conozcan y comprendan los derechos de la vida digital. Y la escuela tiene un rol central en la construcción de subjetividades individuales y colectivas. El salón de clases es un lugar clave para que la futura ciudadanía pueda reflexionar, aprender y debatir sobre el fenómeno de la desinformación que afecta a la vida en democracia.

Aquí un rápido listado de algunas acciones que pueden tomarse en las aulas para abordar el tema con los y las estudiantes:

  • Conversar con los y las estudiantes sobre sus hábitos y prácticas de consumo mediático.
  • Aprender a buscar información en la web: cómo funcionan los motores de búsqueda, cómo usar operadores booleanos, qué resultados obtengo, etcétera.
  • Identificar fuentes: quién provee la información, quién produjo esos datos, etcétera.
  • Indagar líneas editoriales y marcas ideológicas en las piezas informativas: identificar creencias, intereses y prejuicios posibles.

Reconstruir la confianza

La era digital trajo consigo un cambio drástico en los modos en que se genera, distribuye y consume la información. La crisis de credibilidad que hoy afecta al periodismo en todo el mundo ha hecho retroceder el valor de la palabra. Frente a ello, las campañas de desinformación ganan terreno y aprovechan el vacío que permite el paradigma de la posverdad, donde las emociones parecen pesar más que los hechos. La inquietud por este fenómeno global creció ligeramente en el último año: la mayor preocupación se registra en África (74%), seguida de Latinoamérica (65%), América del Norte (63%) y Asia (59%), de acuerdo al Reporte de Noticias Digitales 2021 del Instituto Reuters. Por eso, desde Proyecto Desconfío hemos impulsado diversas acciones destinadas a fortalecer al periodismo y reforzar las estrategias de periodistas para detectar y combatir la desinformación. 

Las y los periodistas deben desarrollar estrategias y metodologías cuando buscan información y requieren incorporar en sus rutinas habilidades de verificación digital. Algunas acciones para combatir la desinformación:

  • Aprender dónde y cómo buscar información en línea.
  • Construir registros o bases de datos con fuentes confiables.
  • Rastrear usuarios de redes sociales.
  • Combinar herramientas digitales para chequear información y datos, como sitios web, correos electrónicos, ubicaciones geográficas, clima, etcétera.
  • Analizar imágenes y videos con herramientas digitales como Google Images, TinEye, Invid.

De la mano de entidades como Thomson Foundation (Reino Unido), Fundación para el Periodismo (Bolivia), la Sociedad Interamericana de Prensa (Estados Unidos) y otras alianzas, hemos capacitado a más de 500 periodistas de Latinoamérica en estrategias y herramientas digitales contra la desinformación.

Además, en este 2021 impulsamos la concreción de la primera Cumbre Global contra la Desinformación que tendrá lugar de forma online y gratuita el 1 y 2 de octubre de este año. La inscripción ya está abierta en el sitio oficial del evento www.cumbredesinformacion.com 

Para seguir aprendiendo

Soledad Arréguez Manozzo (@sol_arreguez). Periodista, investigadora, cofundadora de Proyecto Desconfío. Especialista en Educación y Nuevas Tecnologías y maestranda en Comunicación Digital Interactiva. Docente de grado y posgrado en comunicación, tecnología y educación en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) y la Universidad Católica Argentina

Adrián Pino (@adrianpino22). Periodista, investigador, cofundador de Proyecto Desconfío. Director del proyecto de investigación Estrategias para combatir la desinformación en América Latina (Universidad de Concepción del Uruguay). Ha capacitado a más de 500 periodistas en herramientas contra la desinformación. Es profesor universitario en carreras de Periodismo y Formación Docente.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *