Guillermo Echauri

Hace tiempo que los servicios de transmisión de contenidos por streaming han dejado de ser considerados como intrusos en los campos del entretenimiento y las industrias culturales para erigirse como destacadas fuerzas globales en los procesos de creación, distribución y comercialización de productos mediáticos. El auge de este tipo de plataformas digitales ha llevado a titanes de Silicon Valley, como Amazon, o a los más grandes conglomerados de medios, como Disney, a lanzar sus servicios.

Sin embargo, Netflix se mantiene como la empresa dominante en el sector; elementos como su amplio y constantemente renovado catálogo, la producción de contenidos locales en contextos que trascienden a Estados Unidos o su controvertido sistema algorítmico de recomendaciones son algunos de los principales factores que han permitido dicha preponderancia. Dado que ha remediado —reemplazado o recompuesto a medios— tecnologías y servicios que le han precedido, es posible plantear que la compañía dirigida por Reed Hastings, con presencia en prácticamente todo el planeta, genera pautas de consumo de las series y películas que produce o distribuye de una forma disruptiva en el negocio del entretenimiento.

 En consecuencia, entre los rasgos más distintivos de Netflix se hallan:

  • Posibilidades de personalizar experiencia de uso —en una escala que, gracias los sistemas algorítmicos, excede las alternativas ofrecidas por antiguos competidores como Blockbuster.

  • Portabilidad que permite acercarse a su catálogo desde cualquier ubicación o circunstancia —siempre que la persona suscriptora tenga la capacidad económica para contar con dispositivos y conexiones.

  • Inmediatez y alcance mundial con la que distribuye sus contenidos. Netflix ha instaurado un sistema que combina la simultaneidad de sus estrenos en los cinco continentes con el control tanto de la producción como de la distribución al ofrecer cada vez más recursos audiovisuales propios.

Entonces, como uno de los mejores ejemplos de industria cultural en la era de la digitalización, resulta necesario analizar el impacto que Netflix tiene en las prácticas de consumo mediático de quienes lo usan y que se encuentran por todo el mundo, puesto que la integración de distintos agentes y principios económicos, sociales y culturales en torno a su modelo de negocios redunda en la aparición de verdaderas experiencias internacionales de entretenimiento. Conforme a la concepción de McLuhan, podría establecerse que Netflix participa de forma activa y determinante en la expansión y consolidación de la aldea global —el mundo conectado a través de los medios y tecnologías de comunicación— en donde los flujos transcontinentales de producciones audiovisuales alcanzan los ámbitos más íntimos de la vida y acompañan a los individuos en casi cada situación de su experiencia cotidiana, sin que importe mucho si alguien se encuentra en Bolivia o en Dinamarca.

Es claro que Netflix no es la primera ni la única empresa de entretenimiento con una trascendencia mundial; no obstante, al analizar la forma en que el acercamiento a dicha plataforma repercute en los hábitos mediáticos de sus personas usuarias, se hace evidente que su naturaleza internacional destaca como uno de los principales factores involucrados. Personas de todo el planeta que se enfrascan en conversaciones sobre La casa de papel, gente en América Latina que sigue la serie alemana Dark, público europeo que mira Narcos e individuos que descubren productos japoneses o belgas mediante las recomendaciones del servicio son algunos ejemplos de los fenómenos surgidos a partir de la construcción multicultural de la plataforma que originan una experiencia mediática configurada conforme a la visión de Netflix.

La Casa de Papel: El Fenómeno | Ya Disponible | Netflix

La dimensión glocal de Netflix

Conviene añadir que situaciones similares a las generadas por las producciones de Netflix han ocurrido antes, e incluso con mayor relevancia, con productos mediáticos tan populares como Star Wars o Lost. En este sentido, la diferencia respecto a Netflix —con base en las características antes descritas— es que este servicio ofrece la compleja integración de una profunda experiencia individualizada de consumo con una amplia diversidad de contenidos que permite que la mayoría de sus suscriptores y suscriptoras en todo el mundo puedan encontrar algo cercano a sus preferencias, ya sea que se trate de las sitcoms más conocidas o de producciones provenientes de entornos distantes.

De tal forma, las identidades y culturas promovidas por el uso de Netflix pueden adquirir un carácter glocal o translocal —o sea, de sentidos y ubicaciones múltiples y simultáneos— en el que el acercamiento a las producciones más ampliamente comercializadas se combina con el consumo de productos mediáticos emergentes que muchas veces enfrentan mayores dificultades para encontrar nuevos públicos. Si bien el uso de la plataforma puede decantarse hacia una aproximación preferente a los contenidos hegemónicos, cuando surge la incorporación de recursos menos explorados en las preferencias personales se impulsa el desarrollo de valores cosmopolitas en quienes usan Netflix.

Para ejemplificar estas dinámicas, conviene retomar los hallazgos de la tesis doctoral del autor de este texto, los cuales permiten apreciar un escenario en el que la utilización de Netflix tiene el potencial para incidir en determinadas concepciones, hábitos y emociones de sus suscriptores y suscriptoras. De esta forma, el empleo de Netflix —pero también de otras plataformas de streaming— afecta la idea que las personas tienen sobre los propios medios al concebir a sus plataformas como acervos prácticamente ilimitados cuyos contenidos pueden consumirse sin contratiempos, incluso si se transita por fronteras nacionales, y que se adaptan siempre a las preferencias individuales; modifica también los hábitos de ocio ya que, en ocasiones, el uso de Netflix en momentos privados y entornos domésticos se coloca como la actividad preferida de esparcimiento; además, la referida mezcla de recursos audiovisuales de distintos orígenes en las dietas mediáticas de las personas usuarias puede fomentar el cosmopolitismo en quien mira algo a través de la plataforma.

En resumen, dada su relevancia en el mercado del entretenimiento, Netflix ejerce un rol evidente y fundamental en la expansión de experiencias mediáticas internacionales en las que se yuxtaponen tendencias mundiales y preferencias personales, al mismo tiempo en que las personas que lo utilizan tienen la opción de involucrarse en prácticas glocales de entretenimiento al acceder tanto a grandes productos mediáticos, procedentes casi siempre de Estados Unidos, como a recursos audiovisuales de otras latitudes que pueden convertirse en éxitos en todo el planeta. Netflix ha destacado por su destreza para aprovechar los atributos del ecosistema de medios digitales para colocarse en él como un actor central cuyas repercusiones alcanzan desde las esferas más íntimas de la vida hasta los sistemas culturales de buena parte de la humanidad.

Para finalizar, vale la pena mencionar que Netflix comparte muchas de sus características con otras plataformas, por lo que el presente análisis se puede extrapolar a más servicios de streaming. En adición, es preciso recordar que los parámetros de Netflix que impactan en los hábitos de quienes lo usan se inscriben dentro de la lógica económica del capitalismo digital, el cual se basa en la extracción de datos para maximizar sus ganancias. Asimismo, se vuelve importante recalcar que las desigualdades mundiales y sus consecuentes brechas digitales se hacen patentes en la experiencia de acercamiento a plataformas como Netflix, ya sea en el aún vigente predominio de las producciones estadounidenses o en las carencias económicas que impiden a mucha gente participar en las experiencias mediáticas globales orientadas alrededor de Netflix.

Para seguir aprendiendo

Guillermo Echauri (@g_echauri). Mexicano. Doctor en Comunicación por la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Sus intereses de investigación se relacionan con las implicaciones de la cultura digital, especialmente en los ámbitos de intimidad y ocio.

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