Adrián Carrera Ahumada

Enfrentamos una pandemia a nivel global: COVID-19. También lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha denominado una infodemia. En la Cátedra UNESCO AMIDI tenemos una apuesta clara: contra el pánico y la desinformación, Alfabetización Mediática Informacional (AMI).

Por ello, en esta entrada brindaré lineamientos básicos para discernir entre información confiable y desinformación. Son recomendaciones generales y otras específicas para el caso de la COVID-19. Antes explicaré una tipología para la desinformación y cómo ha operado en algunas redes sociodigitales, y daré un panorama rápido sobre la infodemia vinculada al nuevo coronavirus.

¿Qué es la COVID-19?

La COVID-19 (acrónimo de coronavirus disease 2019 [enfermedad del coronavirus 2019]) es una enfermedad respiratoria causada por un nuevo tipo de coronavirus llamado SARS-CoV-2. Este padecimiento fue detectado por primera vez en Wuhan —capital de la provincia de Hubei—, China, en diciembre de 2019 (CDC, s.f.; OMS, s.f.).

Fue el 11 de marzo de este año cuando la OMS catalogó la COVID-19 como pandemia. De acuerdo a dicha organización, al 30 de marzo, la enfermedad ha llegado a 202 países o territorios. Asimismo, en su reporte global del 30 de marzo, informó que suman 693 mil 224 casos confirmados y que 33 mil 106 personas han fallecido a causa de la COVID-19.

El miércoles 18 de marzo el gobierno chino reportó que no hubo nuevos casos confirmados ni sospechosos en Hubei y que, por primera vez, logró reducir a cero los nuevos casos de contagio doméstico a nivel nacional. Por su parte, al 30 de marzo, 164 mil 435 personas se han recuperado de la COVID-19. Lo anterior de acuerdo al mapa creado por la Universidad Johns Hopkins (JHU), que muestra la información más actualizada —con múltiples fuentes además de la OMS— sobre la evolución de la pandemia y que puedes consultar a continuación:

A la propagación del virus SARS-CoV-2 la ha acompañado una abundante desinformación sobre la pandemia. Esto ha ocasionado lo que la OMS llamó infodemia, misma que “está obstaculizando las medidas de contención del brote, propagando pánico y confusión de forma innecesaria y generando división” (Adhanom Ghebreyesus & Ng, 2020).

Antes de abordar esta infodemia, precisemos algunos términos y revisemos el contexto informativo en el que surge.

Desinformación y redes sociodigitales

Claire Wardle y Hossein Derakhshan (2018) proponen la siguiente categorización para lo que denominan desorden informativo:

  • Información errónea (misinformation): información falsa o equivocada difundida por alguien que la cree verdadera. Por ejemplo la publicación que aconseja el consumo de vitamina C, hígado de res y té de hinojo para evitar el contagio de COVID-19. Algunos autores y autoras lo traducen como “mala información”.
  • Desinformación (disinformation): información errónea o falsa difundida intencionalmente por alguien que la sabe falsa, generalmente con el fin de engañar o confundir. Por ejemplo, la supuesta nota de CCN sobre un hombre acusado de crear el coronavirus.
  • Malinformation: información verídica que es difundida con la intención de causar un daño. Por ejemplo, la publicación del domicilio de alguna persona famosa.

En ocasiones, un contenido puede calificar en más de uno de estas categorías. La mayoría del desorden informativo en torno a la COVID-19 puede catalogarse como desinformación o información errónea. Estos contenidos toman diferentes formas. Wardle y Derakhshan presentan siete variantes:

Fuente: Wardle, 2017.

Como fenómeno, el desorden informativo no es nuevo. Sin embargo, la digitalización y masificación de las redes sociodigitales posibilitan que este tome nuevos rumbos, y lo ha hecho —especialmente en temas de política, salud y medio ambiente—. Ejemplificaré con un par de estudios.

Canavilhas, Colussi y Moura (2019) investigaron el uso de Whatsapp durante las elecciones presidenciales brasileñas de 2018. Encontraron que el 60% de las publicaciones en Whatsapp contenían “información parcial o completamente falsa”. Es factible que esto suceda en otros países.

Por su parte, en Twitter las “noticias falsas” se distribuyen significativamente más rápido y con mayor alcance que las verídicas. Eso concluyeron Vosoughi, Roy y Aral (2018) tras analizar 126 mil historias tuiteadas más de cuatro millones de veces entre 2006 y 2017. Otro hallazgo interesante: fueron las personas, y no los bots, quienes se encargaron de difundir más la falsedad que los hechos verídicos.

La tendencia no es distinta en cuanto a la información sobre salud. Numerosas investigaciones muestran que existe “una alta prevalencia y popularidad de la desinformación en medios sociales”. En muchos casos, estos contenidos favorecen las teorías de conspiración y apelan a emociones como miedo, ira y tristeza (Wang, McKee, Torbica y Stuckler, 2019).

Es en este desorden informativo en el que ahora circulan infinidad de publicaciones y contenidos sobre COVID-19.

La infodemia

El proyecto News Guard ha detectado (al 30 de marzo), 146 sitios web de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia, Alemania, Canadá e India que publican información falsa relacionada con la COVID-19. Whatsapp, por su parte, ha sido un medio en el que circulan teorías de conspiración y mentiras sobre el mismo asunto.

Entre el 24 de enero y el 26 de marzo, la alianza #CoronaVirusFacts, coordinada por la International Fact Checking Network (IFCN), ha verificado más de mil 500 desinformaciones sobre el nuevo coronavirus que circulan, principalmente, por redes sociodigitales. Se trata de un esfuerzo colaborativo entre más de 100 profesionales ubicados en más de 60 países.

Por su parte, la investigadora Kathleen M. Carley, de la universidad Carnegie Mellon, dirige un equipo que estudia el esparcimiento en línea de la desinformación. Han encontrado que las historias con desinformación o información errónea sobre COVID-19 pueden clasificarse en tres tipos:

  • Información imprecisa sobre curas o medidas preventivas.
  • Información imprecisa sobre la naturaleza del virus.
  • Información imprecisa sobre supuesta bioingeniería o uso armamentístico del virus.

Esta infodemia ha tenido consecuencias que van desde “compras de pánico” (México) y disturbios (Ucrania), hasta un suicidio (India). Autoridades han advertido que la desinformación puede entorpecer el manejo de la pandemia, agravándola.

En términos generales, la evidencia reciente ha mostrado que “la desinformación en línea relacionada con la salud puede motivar decisiones y comportamientos que nos hacen más propensos a enfermar” (Gyenes & Mina, 2018).

La desinformación en torno a la COVID-19 es un tema serio. Por ello la OMS ha unido esfuerzos con plataformas digitales para que sus usuarios accedan con mayor facilidad a contenido confiable. Facebook destinó un millón de dólares para apoyar proyectos que verifiquen hechos relacionados con la pandemia.

¿Y las audiencias qué podemos hacer? En principio, señalar y no difundir información errónea o desinformación. Para ello, el primer paso es detectarlas.

¿Cómo identificar la desinformación y la información errónea?

Hazte preguntas básicas

Cuando estamos frente a un contenido en internet o redes sociodigitales —Whatsapp, Twitter, Facebook, etcétera—, hagámosle las siguientes preguntas (FIP, s.f.; Medina Uribe, 2019):

  • ¿Es clara la fuente de la información?
  • ¿Las fuentes se corresponden con la información?
  • ¿La información aparece en otros medios?
  • ¿La fecha de publicación es reciente?
  • ¿El sitio web (si aplica) tiene una sección clara y transparente de “acerca de” (about)?

En caso de que la respuesta a cualquiera de estas preguntas sea no, lo recomendable es abstenerse de compartirlo.

Elaboración propia a partir de (FIP, s.f.Medina Uribe, 2019).

Recordemos los siete tipos de información errónea y desinformación: sátira o parodia, contenido engañoso, contenido impostor, contenido fabricado, conexión falsa, contexto falso y contenido manipulado. ¿El contenido podría catalogarse en alguno de ellos?

Sugiero también revisar este par de infografías —de la BBC y la International Federation of Library Associations and Institutions (IFLA)—, que coinciden con algunas recomendaciones aquí presentadas y amplían otras:

Recurre a proyectos verificadores de hechos

Los proyectos de verificación de hechos también son buena opción. Suelen estar liderados por periodistas profesionales dedicados a rastrear si una aseveración es verdadera, falsa o engañosa. Como mencioné líneas arriba, la IFCN está coordinando un esfuerzo internacional y han verificado más de mil contenidos relacionados con la pandemia. Actualmente cuentan con una base de datos con más de 800 entradas.

Si tienes duda respecto a algún contenido que llegue a ti, busca las palabras clave en las siguientes bases de datos:

También puedes consultar en Twitter los chequeos más recientes que realiza la alianza #CoronaVirusFacts:

Si tienes duda respecto a la confiabilidad de un sitio web, puedes utilizar el complemento desarrollado por News Guard. Normalmente es de pago, pero la organización optó por hacerlo gratuito de forma temporal. 

Hay  proyectos fuera de la IFCN que se apoyan en la verificación de hechos para responder a la infodemia. Es el caso de Verificovid, en México, que monitorea y verifica información falsa sobre la pandemia para luego generar y distribuir contenidos con el resultado.

Otro ejemplo interesante, que involucra directamente a las audiencias, es el de las “brigadas informativas” propuestas por El Espectador y Mutante. Estos medios colombianos invitan a “distribuir información verificada sobre el Coronavirus vía Whatsapp”.

Informarse adecuadamente sobre el nuevo coronavirus

Para concluir, traduzco libremente las recomendaciones de Daniel Funke y Politifact (2020) para de evitar la desinformación y la información errónea durante la pandemia:

Aprende lo básico sobre la enfermedad

Conocer los síntomas, cómo se esparce, y qué podemos hacer para prevenirla es información valiosa que nos ayudará a detectar mejor la desinformación sobre la pandemia. La OMS y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) tienen portales que explican esto de manera accesible.

Recientemente, la OMS ha lanzado un servicio informativo en español a través de Whatsapp. Se trata de un menú interactivo mediante el cual las personas usuarias pueden acceder a las últimas cifras, cómo protegerse, rumores desmentidos, noticias y más información. Para consultarlo basta con enviar la palabra “hola” al +41 22 501 76 90.

Ten cuidado con las informaciones sobre el origen de la enfermedad

Es normal que, al ser nueva, aún no tengamos certeza sobre su origen. Esto se presta a teorías de conspiración —es una arma biológica, fue creada para ganar dinero— sin fundamento.

Verifica imágenes y videos

Hazte las preguntas que mencioné en el apartado anterior. Si tienes dudas, usa búsqueda inversa para determinar la fuente original de la misma.  Algunas herramientas: Google Imágenes, RevEye, InVid y TiniEye.

Confirma las cifras de casos de contagio, muertes y tasas de mortalidad

Como es una información en constante cambio, se presta para contenidos con números incorrectos, desactualizados o fuera de contexto. Aquí los reportes diarios de la OMS, aquí el mapa en tiempo real de la OMS y acá el mapa de la JHU (al no ser la OMS la única fuente de este mapa, las cifras varían).

Ten cuidado con los intentos de minimizar o exagerar los peligros de la enfermedad con fines políticos

Las epidemias suelen usarse para el golpeteo político. Es común que políticos, partidos u otros actores políticos quieran achacar responsabilidades únicas a sus rivales. Recuerda que las epidemias y pandemias tienen múltiples causas.

No compartas métodos de prevención o tratamiento sin consultar fuentes oficiales

Recurre a las recomendaciones de la OMS, CDC y tus autoridades locales.

Asume que hay cosas que aún no sabemos

A pesar de todo el trabajo que está realizando la comunidad científica, el SARS-CoV-2 es un virus nuevo y hay detalles sobre su funcionamiento que aún desconocemos. Esto deja espacio a que circule información exagerada o inventada al respecto. De nuevo: consulta fuentes confiables que sean honestas respecto a lo que todavía no se sabe.

Lo fundamental es mantener alerta nuestro sentido crítico con la información que se nos presenta. Pura AMI aplicada.

Elaboración propia a partir de Daniel Funke y Politifact (2020).

Para seguir aprendiendo

Adrián Carrera Ahumada (@srAdri_). Encargado de divulgación de la Cátedra UNESCO AMIDI. Licenciado en comunicación pública por la Universidad de Guadalajara. Ha sido reportero en medios digitales y estuvo a cargo de la difusión en la revista académica Comunicación y Sociedad. Cofundador de la revista estudiantil Alofonía.

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