Ana Luisa Valle Razo

Internet ha facilitado sustancialmente el acceso a la información, cuestión que ha simplificado, en muchos sentidos, nuestro transitar por el mundo. Sin la intención de caer en un determinismo tecnológico, se puede afirmar que internet ha logrado transformar diversas lógicas operativas hasta ocupar un papel trascendental en importantes procesos sociales en la actualidad: trabajo, educación, economía, interacción humana y un largo etcétera. Sin embargo, su desarrollo también ha supuesto diferentes retos, mismos que han forjado la necesidad de analizar y promover formas diferenciadas de uso de la red y sus recursos.

Bajo este contexto, se enlistan dos propuestas específicas: por un lado, la Alfabetización Mediática Informacional (AMI) que vela, entre otros puntos, por el uso responsable y crítico de internet; por el otro, el contenido abierto, que aboga por la creación y uso no restrictivo de recursos (libros, imágenes, videos, etc.) bajo la utilización de licencias abiertas.

Ambas corrientes llevan ya camino recorrido y se han posicionado en importantes discusiones académicas y políticas actuales. Sin embargo: ¿es posible afianzar una relación entre ellas?, ¿qué papel juegan la una para la otra? Lo que aquí se propone es establecer un vínculo que permita analizar las formas en que la AMI contribuye a la creación y uso de contenido abierto y viceversa —las posibilidades que otorga el contenido abierto para desarrollar las habilidades que supone la AMI.

El uso democrático de internet a través del contenido abierto

El sueño del Open Movement ha forjado su propia historia desde hace algunos años. Algunos adeptos al movimiento apuntan su inicio con el Free Software Movement en la década de los ochenta. Nace de manera experimental y muy por debajo de los reflectores, en el ámbito de la programación: open software. Poco a poco toma distintas facetas: open data, open source, open access, open content… Hasta llegar a los navegadores de millones de usuarios no especializados a través, por ejemplo, de Wikipedia o YouTube.

El término contenido abierto fue acuñado en 1998, pero desde las décadas de los setenta y ochenta existieron notables esfuerzos por eliminar las barreras de acceso al conocimiento. Por ejemplo, el Proyecto Gutenberg, considerado la primera biblioteca digital. Muchos años antes, en 1942, Robert K. Merton en su libro The Normative Structure of Science sentó importantes bases para el conocimiento abierto, señalando a la puesta en común del conocimiento científico como una de las vías para lograr el avance de la ciencia.

Las licencias abiertas

El open movement ha tomado especial notoriedad a partir de la creación y el exponencial uso de las licencias Creative Commons, utilizadas desde 2002, y bajo cuyos estándares opera Wikipedia.

La lógica de inclusión de este movimiento es sencilla: cualquier contenido sujeto a una licencia abierta que permita libremente copiarlo, modificarlo, difundirlo o crear otros recursos a partir de él atribuyendo, por supuesto, la propiedad intelectual a su autor o autora.

Cabe aclarar que el open movement se trata de un acuerdo entre los usuarios que deciden formar parte de él, no se trata de un marco legal ni de un mercado negro de recursos. Como tal, la cultura libre tiene reglas y dinámicas de acción que permiten y promueven la correcta distribución, compartición y cocreación de materiales.

Las licencias abiertas son probablemente el mejor ejemplo de este acuerdo: dictan qué hacer y qué no hacer con la obra y velan por el derecho a la propiedad intelectual. Su uso no exime el plagio, porque, ¿quién o qué realmente es invulnerable a esto en la época de Internet? Estas licencias, poco a poco, tienen mayor cabida en los marcos legales de cada vez más países, México incluido.

Uno de los pilares más importantes de esta dinámica es la idea de que la información, y por ende la posibilidad de crear conocimiento nuevo a partir de ella, debe estar al alcance de todos, premisa que converge estrechamente con los postulados de internet.

La importancia del contenido abierto para internet

A lo largo de los años, como consecuencia del desarrollo de la web 2.0, se han originado abundantes sitios web con el propósito de difundir contenido, tanto de forma legal como ilegal. Aunque esta reflexión no tiene por objetivo profundizar en el fenómeno de la piratería en Internet, es importante mencionar que este ha provocado resonados movimientos parlamentarios en los últimos años: las leyes SOPA y PIPA en Estados Unidos en 2011; la ley ACTA en diversos países, México incluido; o, más recientemente, la Directiva Europea del Copyright con su polémico artículo 13, votado en el Parlamento Europeo a inicios de 2019, solo por mencionar algunos.

La posibilidad de colaborar y compartir a partir de Internet —el propósito principal de la web 2.0— ha promovido el establecimiento de plataformas de cocreación que velan por un acceso justo a los recursos digitales disponibles. También ha promovido la creación conjunta de materiales audiovisuales y, eventualmente, redes de conocimiento abierto a partir del diálogo interdisciplinario e intercultural.

AMI y contenido abierto: una relación multidireccional

Existe una estrecha relación entre la lógica del contenido abierto y el uso democrático de internet: las personas usuarias cuentan, hipotéticamente, con las mismas posibilidades de crear y consumir contenido. Así mismo, en internet se han creado sitios para difundir específicamente contenido abierto, por lo tanto, este movimiento también elimina las barreras de acceso a la información que muchas plataformas en internet han construido a través de las membresías y planes de pago, que crean una brecha significativa entre quienes las pueden pagar y quienes no.

La relación entre el contenido abierto y el desarrollo de la AMI en las personas usuarias de internet, así como la importancia de la AMI para la creación y difusión del contenido abierto, se objetiva en, al menos, tres puntos.

Desarrollo de las habilidades digitales instrumentales

Una de las premisas más importantes de la AMI es el desarrollo de las técnicas necesarias para crear y presentar información en variedad de formatos, capacidades que enriquecen la libertad de expresión de los usuarios.

Existen diversas plataformas abiertas que posibilitan la creación de diferentes productos multimedia: edición de imágenes y videos, creación de infográficos, programación… Un ejemplo claro de este punto puede verse reflejado en Scratch, una iniciativa del grupo de investigación Lifelong Kindergarten del MIT. A través de esta plataforma, licenciada bajo Creative Commons, es posible adquirir habilidades de programación y pensamiento computacional sin la necesidad de contar con conocimientos previos de código. Se trata de un software que ha resultado sumamente útil para públicos jóvenes y que ha tenido un auge significativo en entornos educativos.

Entendimiento de la propiedad intelectual

El desarrollo de las habilidades críticas necesarias para acceder a la información, uno de los puntos propuestos por la AMI, incluye además el entendimiento de las pautas que regulan la propiedad intelectual sobre el contenido, tanto de los recursos con derechos reservados, como del contenido abierto. La mayoría de los sitios que gestionan este tipo de recursos otorgan los parámetros de uso permitidos. Un ejercicio integral de AMI contempla entonces el justo reconocimiento de la propiedad intelectual en el contenido consumido, y la clara indicación de lo permitido sobre el contenido creado. En ambos casos resulta necesario conocer estas pautas.

A través de este enlace puedes saber más de las licencias Creative Commons, que no son las únicas licencias de contenido abierto, pero sí las más comunes a nivel global.

Generación de conocimiento a partir del contenido mediático

Uno de los procesos culmen de la AMI es la generación de conocimiento. No solo desde un punto de vista académico, sino desde una visión integral útil para la vida cotidiana inundada de contenido mediático. No es cosa menor: requiere el desarrollo de habilidades instrumentales para acceder a la información y, sobre todo, de habilidades críticas para evaluar dicha información y generar conocimiento significativo para el usuario.

El contenido abierto amplía la posibilidad de acceder a la información. La lógica de las plataformas abiertas también ha permitido explorar nuevas formas de creación conjunta de contenido. Por ejemplo, el fenómeno del fanfiction en Wattpad a través de la creación de narrativas transmedia. O la elaboración de Wikipedia —la mayor enciclopedia virtual en la historia—, uno de los más importantes ejemplos de creación conjunta de conocimiento.

En conclusión, es necesario subrayar la vigencia de la AMI y el contenido abierto, que convergen en el entorno actual de manera cada vez más relevante. A pesar de que la relación entre ambos no resulta evidente en primera instancia, las posibilidades de enriquecerse mutuamente parecen multiplicarse a medida que se amplía el panorama mediático. Esperemos que esto se traduzca en más y mejores experiencias en el uso de plataformas digitales y nuevas formas de cocreación en internet.

Para seguir aprendiendo

Ana Luisa Valle Razo (anyvalle3). Maestra en Comunicación por la Universidad de Guadalajara. Profesora universitaria y colaboradora en el área de diseño de proyectos de intervención y transformación educativa a partir del uso de tecnología. Estudia el aprendizaje en entornos no formales y las nuevas alfabetizaciones a partir del uso mediático.

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