Itzel Chávez

En pleno siglo XXI, se vuelve vital repensar y revisar el estado de la alfabetización lingüística.  Dado que, en el entorno digital, el código escrito sigue estando presente; leemos y escribimos en toda clase de espacios virtuales: redes sociales, chats, mensajería, e-mails, noticias o blogs.  La diferencia es que ahora accedemos a textos escritos en formatos y soportes distintos, a la par de videos, audio e imágenes, a través de un lenguaje multimedia.  

En este sentido, no es posible dejar atrás viejas habilidades desarrolladas en la alfabetización tradicional, sino que es necesario integrarlas con otras alfabetizaciones como la mediática e informacional (AMI), puesto que en el nuevo entorno digital convergen distintos medios y lenguajes. Por lo que es necesario echar mano de habilidades lingüísticas, pero también de habilidades audiovisuales y digitales. Además, en un espacio como la web, se vuelve fundamental saber buscar, analizar información, evaluar fuentes, distinguir argumentos e ideologías, entre otras cosas. 

Esto implica un reto mucho mayor como estudiantado y ciudadanía, pues además de aprender a descifrar y analizar textos escritos, debemos conocer las maneras en las que se configuran los mensajes a través de signos visuales, sonoros o interactivos, e incluso, a través de las lógicas de programación en las que operan los sitios y espacios virtuales en los que interactuamos.   

No obstante, también es fundamental incorporar a la educación escolarizada lenguajes distintos al lingüístico, así como fomentar y evaluar las habilidades que necesitamos para participar en la sociedad actual —una sociedad del conocimiento donde las tecnologías de la información y la comunicación forman parte central de las dinámicas sociales, culturales y económicas—, lo cual ha sido particularmente difícil para una institución como la escuela, anclada a la tradición del libro y la lectoescritura. 

Así pues, la sociedad en la que vivimos exige capacidades en la ciudadanía que sobrepasan aquellas que desde la escuela se están formando y evaluando. Desde la academia han surgido propuestas de alfabetización acordes con las exigencias impuestas por los medios de comunicación y las tecnologías de la información, como la alfabetización audiovisual, la Alfabetización Mediática e Informacional, la educomunicación y la alfabetización digital, que intentan fomentar nuevas habilidades en el estudiantado. Por su parte, el investigador Henry Jenkins en su libro Participatory culture menciona once habilidades básicas para participar en el panorama de los nuevos medios y establece algunos ejemplos de cómo fomentarlas en la escuela.  

Integrar estas nuevas alfabetizaciones al ámbito escolar ha sido verdadero reto. A veces, por la falta de una planeación curricular progresiva; otras, por la carencia de habilidades digitales del profesorado y la dificultad para transitar del uso accesorio de las tecnologías a uno verdaderamente pedagógico, que haga énfasis en las nuevas lógicas de relacionarse, expresarse y aprender con las tecnologías de información y comunicación. La mayoría de las veces, la alfabetización digital se ha implementado bajo un carácter meramente instrumental, es decir, centrado en enseñar habilidades técnicas para el uso de estas tecnologías y no en las habilidades críticas para emplearlas. 

Ante este escenario, surge la necesidad de comprender cómo se están apropiando (o no) los y las estudiantes actuales de las habilidades de la alfabetización tradicional (lectoescritura) para procesar información que viene de medios tan distintos. Conocer si son capaces de realizar una lectura comprensiva y analítica. Sobre todo, es necesario evaluar la dimensión crítica del estudiantado, dado que es ésta la que nos permitiría participar plenamente en sociedad, como ciudadanía analítica, comprometida socialmente, y con una actitud creativa y activa para proponer y transformar nuestro entorno.

Comprensión Lectora En México

De acuerdo con evaluaciones recientes en México, como PISA 2018, sólo el 1% de los estudiantes son capaces de hacer una lectura crítica. La mayoría, un 55%, están en el nivel 2 de competencia en lectura. Lo cual significa que no son capaces de emplear esta actividad como una herramienta de conocimiento, crecimiento personal y acción social. Este último hecho también se corrobora con la evaluación EXCALE.

Según EXCALE 09, en México se ha observado que la mayoría del estudiantado (70%) tiene dificultades para usar la información esencial de una lectura y, sobre todo, aplicar esta información en nuevas situaciones. Otra dificultad ha sido la comprensión de metáforas o de mensajes connotados de las expresiones que aparecen en la lectura (Caracas & Ornelas, 2019). 

Comparativamente con México, según PISA, los países que se encuentran en primeros lugares de comprensión lectora son China, Corea del Sur, Finlandia, Irlanda y Canadá. Habría que asomarse a sus programas de estudio y métodos de enseñanza, así como a las otras variables de su contexto, para tener nuevas ideas para la alfabetización.

Aunque en sus últimos diseños PISA ha integrado en sus evaluaciones la lectura digital, estas pruebas estandarizadas no están del todo actualizadas, pues todavía no han incorporado de manera integral nuevas prácticas de lectura y escritura en el entorno digital, como las interacciones que ocurren en blogs —donde se comparten hipótesis sobre argumentos de series—, movimientos de promoción literaria como las y los booktubers, creaciones escritas como los fanfiction (ampliaciones o modificaciones a la narrativa central de una serie, libro o película), e interacciones escritas que se dan en espacios como Twitter.

Capitalizando la experiencia docente: conociendo el entorno

En un afán de acercarme al entorno escolar y conocer los problemas más comunes en la comprensión lectora, realicé un cuestionario exploratorio a nueve profesores y profesoras de español en Guadalajara, México, en diferentes niveles educativos (tres de primaria, tres de secundaria, tres de bachillerato). Confirmaron que la comprensión lectora es un problema que se puede observar en todo el estudiantado, aunque se identifican de forma distinta, de acuerdo con cada nivel y desarrollo del individuo. Cabe indicar que los resultados de esta encuesta son sólo una aproximación introductoria al problema, y no toman en cuenta la observación de la práctica educativa, ni la perspectiva de los estudiantes. 

De acuerdo con el profesorado de primaria, en el entorno privado y público, las dificultades de comprensión lectora tienen origen en los métodos de enseñanza de la lectoescritura, ya que estos, a su vez, tienen efectos en las dificultades que encuentran niños y niñas para leer palabras de manera fluida, lo que entorpece la comprensión global del texto. Otro factor que mencionan es la deficiencia en los saberes previos del tema que están leyendo. 

Además, se mencionó que la lectura en voz alta de los libros con imágenes favorece la comprensión lectora del estudiantado que todavía no domina la decodificación, así como el uso de videos. Lo cual nos habla de la importancia de los signos visuales en el aprendizaje, mismos que prevalecen en los medios de comunicación y tecnologías digitales. Detenerse en el proceso de interpretación de los niños y niñas para acercarse a las imágenes sería una manera oportuna de incorporar en las escuelas una parte esencial de la alfabetización mediática.

Otro problema identificado por profesores y profesoras en estudiantes de primaria alta, de 5º a 6º grado, y secundaria, fue la falta de interés y el cuestionamiento con respecto al valor de la lectura como una herramienta útil en su vida diaria. Esto puede deberse a la falta de una perspectiva sociocultural en la alfabetización de la lectoescritura dentro de las escuelas donde se incorporen todas las prácticas de lectura y escritura que tenemos en la vida cotidiana, para que los niños y niñas puedan hacer esta conexión entre la importancia de la competencia lectora y su desempeño en otros ámbitos sociales.  

En bachillerato, se mencionó que los problemas de comprensión lectora están relacionados con los conocimientos previos para comprender intertextos o referencias culturales, así como en el desconocimiento de vocabulario. Otro problema importante que se mencionó en este nivel, al igual que en secundaria, fue la apatía de los estudiantes para realizar esta actividad, por considerarla aburrida. Les cuesta tomar a la lectura como un entretenimiento, y también, les cuesta mucho trabajo expresar su opinión con respecto a los textos que leen.

Más allá de la decodificación

Profesoras y profesores indicaron que sus estudiantes no tienen dificultades en encontrar respuestas concretas en los textos, pero sí para elaborar sus propias interpretaciones, hacer inferencias, identificar mensajes connotados y realizar juicios argumentados. Esto da pistas que llevan hacia los métodos educativos empleados en el entorno escolar, ¿se favorece la participación de los estudiantes y el pensamiento crítico?, ¿o está fundamentado en la pasividad y la memorización?

A la mayoría del estudiantado le parece más complicado entender los textos literarios que los de divulgación, ya que los primeros exigen una interpretación de un lenguaje figurado (metáforas, analogías, hipérboles) y signos connotados —es decir, que ocultan un significado cultural más allá del explícito— a través de símbolos o representaciones sociales. Mientras que los segundos suelen abordarse únicamente con la identificación de hechos y datos, los cuales pueden comprenderse con una lectura denotativa, anclada al significado explícito de cada palabra. 

A su vez, una gran mayoría de los profesores mencionó que se favorece la comprensión de los textos cuando se dialoga en plenaria sobre ellos, en lugar de evaluar con formatos más rígidos, pues ésta actúa como una comunidad interpretativa. Lo cual parece ir de la mano con la postura pedagógica de Paulo Freire y Mathew Lipman sobre la importancia de una educación dialógica para el desarrollo de competencias críticas. 

La imagen, un potente conquistador de la atención

Es evidente la preferencia de los niños y niñas actuales, y también de las personas adultas, por el lenguaje visual. Estamos más habituados a consumir contenidos audiovisuales e interactivos, ya que resultan mucho más atractivos y estimulantes para nuestros sentidos. Según Martín-Barbero, existe una empatía cognitiva de los sujetos con las tecnologías audiovisuales e informáticas, así como una complicidad con la forma de narrar a través de imágenes, con un ritmo más acelerado y fragmentado.

Todos los profesores y profesoras entrevistados estuvieron de acuerdo en que la tecnología digital y los medios de comunicación son un potente distractor para el alumnado. No en el sentido de que la exposición a estos entorpezca la comprensión lectora de textos escritos, sino porque existe una marcada preferencia de niñas, niños y jóvenes por este lenguaje visual e interactivo. Por ende, le dedican muchas más horas.

En la literatura pediátrica se habla de este fenómeno como el efecto de desplazamiento, lo cual quiere decir que el tiempo que destinan niños y niñas a las pantallas, es a su vez, una renuncia a otras actividades que podrían favorecer más su desarrollo, dada la interacción más próxima con su cuidador, como la lectura en voz alta.   

La tecnología que emplea la niñez generalmente no es mediada por las personas adultas. Una investigación realizada por Gabriela M. Raynaudo sobre el aprendizaje con medios digitales e impresos, encontró que no es que las tecnologías sean malas, sino que generalmente las personas adultas dejan en soledad a niños y niñas frente a las pantallas y juegos digitales. No existe esta mediación adulta, ni interacción social, que favorece tanto el aprendizaje y desarrollo cognitivo de la niñez. En cambio, con los libros sí existe esta presencia más participativa de adultas y adultos para mediar.

Este desplazamiento de la actividad de lectura por otras centradas en medios de comunicación y tecnologías puede observarse en la Segunda Encuesta Nacional sobre Consumo Digital y Lectura entre Jóvenes Mexicanos, realizada por IBBY México en 2019, la cual encontró que sólo el 33% de las personas encuestadas gusta de leer, mientras que un 84% prefiere ver películas y series. De igual forma, en la Encuesta Nacional de Consumo de Contenidos Audiovisuales, del Instituto Federal de Telecomunicaciones, se concluye que el 75% de los niños y niñas en México ve televisión; y un 45% usa videojuegos. Mientras que el módulo de lectura realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía arroja que el número de lectores  de 2015 a 2019 bajó en casi un 10%.

Esto no es necesariamente negativo, sino que indica la exposición de los niños a otros lenguajes y medios, ajenos al libro y el texto escrito. Lo importante sería tal vez conocer, ¿cómo están procesando esta información?, ¿qué hábitos de organización del pensamiento y habilidades se están adquiriendo?, ¿se está reflexionando sobre estas experiencias?

El desafío para mejorar la lectura de los estudiantes inicia antes de su escolarización

La mayoría de las investigaciones de la literacidad y alfabetización tradicional aseguran que la eficiencia del estudiantado para realizar una lectura de comprensión tiene mucho que ver con el entorno familiar y el contexto social de cada estudiante. De tal forma que, el trabajo de la alfabetización comienza mucho antes de la escolarización.

Las y los estudiantes que sobresalen por sus capacidades de comprensión lectora tienen en común el hábito de la lectura, el bagaje cultural, el acceso a libros y un contexto familiar donde se aprecia la lectura, lo cual se traduce en una buena expresión verbal y escrita, y en un manejo eficiente de vocabulario. 

Hoy en día es más necesario que nunca tener una ciudadanía que pueda enfrentarse a información en lenguajes diversos y apropiarse de las posibilidades que ofrece el entorno digital; por ello la práctica de la lectura resulta sumamente importante para estructurar mejor tanto la cognición, como el análisis y la expresión verbal y escrita de todas y todos.

Para seguir aprendiendo

Itzel Chávez . Maestra en Comunicación por la Universidad de Guadalajara. Editora de la revista infantil El Moco. Actualmente, está investigando la lectura crítica de los estudiantes de primaria en dos lenguajes distintos: escrito y audiovisual. Sus temas de investigación son: comunicación, literatura e infancia.

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